Blogia
rua

sabores

Cas Plá
o un rinconcito de cielo.



Cuando una amiga del alma me pone en el bolsillo un billete de avión a Ibiza, en el aeropuerto me espera un coche de alquiler, y después de una cena con gente que no conoces y que al minuto se convierten en amigos, me deja en la habitación numero uno de Cas Pla, indiscutiblemente puedo considerarme un privilegiado de la fortuna.
La sensación de privilegio aumentó hasta límites insospechados, cuando al día siguiente y después de un sueño reparador pude contemplar, con los ojos bien abiertos de asombro, la exquisita maravilla donde estaba alojado.
Cas Pla se define como hotel rural y este detalle de modestia es una de sus numerosas virtudes. Pero a pesar de contar con las comodidades de un alojamiento de infinitas estrellas, y estar situado en uno de los rincones más atractivos de la isla, donde sólo cuenta el verde de los bosques y el azul del mar, Cas Pla es mucho, mucho más. Porque no en todos hoteles se pueden admirar juntas tantas antigüedades, reunidas con estilo y sabiduría. Tampoco es habitual el derroche de espacio: 16 habitaciones sabiamente disimuladas en 30.000 metros cuadrados de jardines, ensamblados con el paisaje, a modo de bosque natural. Las terrazas son un lujo para la vista, la piscina un deleite, el gimnasio, un estímulo, el jacuzzi una tentación, la sauna, el summum del gozo. Por su parte, la cocina está al nivel del decorado, porque su asesor es ese cocinero itinerante y genio de los fogones que se llama Pedro Monge. ¿Y qué decir de la amabilidad y la discreción del servicio? Están justamente cuando los necesitas y desaparecen para que en nuestra soledad bien compartida, podamos sentirnos propietarios de un complejo tan fascinante.
A cinco minutos nos aguarda el mar, y a 25 kilómetros está la marcha ibicenca, pero en Cas Pla nos envuelve la melodía de seducción de un silencio sonoro y nos subyuga esa calma interior y exterior, lejos del mundanal ruido, que tanto añoraban los místicos. Indudablemente, ésta es la mayor de sus virtudes, su irresistible imán. Cas Pla atrae tanto y son tan seductoras sus armas que sería un sacrilegio utilizarlo únicamente como dormitorio. Todo lo contrario, es el sitio ideal para ser disfrutado día y noche, solo o en buena compañía.
Pregunto por el creador de esta profusión de buen gusto. Me cuentan que es una bellísima propietaria que no tuve oportunidad de conocer, aunque estoy plenamente convencido de sus encantos. Solo una persona integralmente hermosa puede haber imaginado esta sabia combinación de elegancia natural y selecto confort, y además tener la generosidad de ponerlo a disposición del que sabe apreciarlo.
Si un día te dicen que en Ibiza han inaugurado una sucursal del Paraíso, no lo dudes, es Cas Pla.

Pedro el Grande

<center> Pedro el Grande </center> Nunca agradeceré lo suficiente a mi amiga leal Anna Alós que me invitase a uno de los festines más ingeniosos y suculentos que mi exigente y mimado paladar ha gozado en muchos años, y lo que es más importante, que con la excusa de este insólito banquete disfrutara del privilegio de conocer a una persona exquisita, divertida, bohemia y elegantemente original.

Se trata de Pedro Monge, un cocinero de mil sabores, un viajero incansable que nunca quiso tener restaurante propio para poder cocinar en todos los fogones del mundo, un mago que busca el aroma, el sabor y la textura del lujo, creador de un nuevo concepto gastronómico, la Cocina Itinerante, que deslumbró con sus propuestas gastronómicas a Mike Jagger y a Bill Clinton, a Steven Spielberg y a Ferrán Adriá, al alcalde de Nueva York y a los jeques de los Emiratos Arabes, y que a la vez se siente feliz llegando a tu casa y cocinando para ti y a tus amigos.

Gracias al poder de persuasión de unas guapísimas mujeres, el amor tiene ese tirón, Pedro Monge ha conseguido, si no echar raíces –eso es imposible- anclarse por un tiempo, esperemos que largo, en el restaurante La Tertulia, un oasis de paz, armonía y buenas vibraciones, situado en el centro de Barcelona, donde cada miércoles, creará un abanico de platos nacidos de su inmensa e inagotable creatividad.

Tuve el placer de estar presente en el estreno de esta performance gastronómica, y sólo puedo decir que me deslumbró su huevo ahumado con espuma de patata, quise ponerle un piso a su colosal atún marinado con foie a la parrilla, un plato surrealista y daliniano, me hizo sonreír de ternura su delicadísima sopa de mató con helado de pera, me asombró la deliciosa simplicidad con que elaboró el rodaballo salvaje y su alioli de cítricos, y me postré ante la sabiduría que llevaba en su golosa corteza crujiente el extraordinario cochinillo con melón al oporto.

Como dorado cierre de un banquete inigualable, Pedro nos regaló con una conversación que no tiene precio, y pudimos disfrutar de una velada donde lo único negativo fue la velocidad con que corrieron las manecillas del reloj. Es lo que suele suceder cuando nos acercamos peligrosamente a las puertas del cielo.

Vamos a poner más guapas
a las niñas guapas.

Vamos a poner más guapas <br> a las niñas guapas. Con una receta de belleza en forma de ensalada.

Hinojo.
Queso Emmental
Aceitunas negras sin hueso.
Anchoas.
Aceite de oliva virgen extra.


Cortamos en trocitos el hinojo, el queso y las anchoas.
Echamos abundante aceite, un poquito de sal
y ya tenemos un primer plato absolutamente primaveral,
que estará mucho más sabroso,
si lo hacemos hoy
y lo comemos mañana.

Cómo convertir una puta hamburguesa incomestible en
bocato di cardinale renacentista con hijos ilegítimos
(Eran los que mejor comían)

<center>Cómo convertir una puta hamburguesa incomestible en</center><center><em>bocato di cardinale renacentista con hijos ilegítimos</em></center><center> <strong>(Eran los que mejor comían)  </strong></center>
Agarra ese amasijo aplastado de carne picada y en vez de pasarlo por la plancha como un Mac Donald cualquiera, arrójalo a un bol.
Májalo con el tenedor, para deshacer el aplastamiento hamburguesero.
Echale un chorrito de ron, a ver si emborrachamos la carne un poco y así sabe mejor.
Bate un huevo, o mejor dos, y se lo echas encima.
Si queda cebolla le picas un poquito. Si no, pues mire usted, no pasa nada, no se hunde el mundo.
Ahora le echas un poco de queso rallado de ese que le ponen a las pizzas y que venden en sobrecitos ya preparado y lo mezclas todo muy bien.
Despues pones pan rallado hasta que quede lo suficientemente espeso como para que hagas bolas a modo de albondigones.
Los fríes en aceite de oliva extra virgen.
En la mesa pones mayonesa a tope y ya te los puedes comer.
Con los dedos, que es como mejor se saborea.

(Dedicado a mi hijo Carlos que se pone tibio cuando viene a casa)

Ajustad la carta.

Ajustad la carta.
Y de paso, apretaos el cinturón.
Porque en el horizonte se anuncian
vendavales, tormentas y mar gruesa.



LA PRIMERA, EN LA FRENTE:
A Polanco le van a dejar emitir en abierto su Canal Plus.
(para que le salgan las cuentas al pobre,
porque al parecer no gana los millones de euros
que necesita su bien acomodado ego)



LA SEGUNDA, EN LA ESPALDA.
A Pedro Jota no le van a dar la tele que quiere y con la que sueña,
no le van a dar una tele solo para él y para los suyos,
no le van a dar ni siquiera
el derecho a asociarse con otros
que la tienen o incluso la tendrán.

LA TERCERA, EN SEMEJANTE PARTE.
Esa tele tan soñada por la Jota de Pedro,
se la darán a Vocento,
porque para eso se sabe de memoria
el ABC de la supervivencia.
Los chicos de Prensa Española
son expertos en el arte del NYGLAR
(Nadar Y Guardar La Ropa)



CONCLUSIONES:
Como sea cierto todo esto que apuntan los arúspices,
sacad los paraguas, amiguitos,
porque van a caer chuzos de punta.
En la redacción del Pais,
así sin acento, como dice su cabecera,
todo está preparado para una nueva operación de agit-prop.
El Pais sin acento quiere apaisar al País acentuado.
En el Mundo mundial,
todo está listo para reeditar la Guerra de los Mundos,
Pedro Jota ya se ha probado el nuevo modelo de corsé de campaña.
Y en ABC,
se han hecho con todas las entradas de barrera,
para ver los toros,
y andan estrenando el nuevo refrán.
Más vale tele en mano que Vocento volando.

19 de enero. San Canuto.

19 de enero. San Canuto. Fue San Canuto hijo y sucesor de Suenón, rey de Dinamarca. Cuando tomó posesión de su reino, hizo justa guerra a muchas bárbaras e idólatras naciones que venció y conquistó para Cristo, sujetándolas al yugo del Evangelio. Finalmente, por defender la justicia, estando el Santo rey en la iglesia de San Albano, hincado de rodillas delante del altar, extendidos los brazos al Cielo, rogando a Dios por sus enemigos, le atravesaron con una lanza, y en este martirio dio su alma a su Creador el 7 de Enero, año de Cristo de 1077.



Oración a San Canuto.
Venerado San Canuto, tú que ampliaste el horizonte de la iglesia con la punta de la espada, haz que por tu intercesión nosotros ampliemos el horizonte de nuestras mentes por medio del amor a la pura y virgen maría, reina de los campos del Eden.
Bienvenidos los fumados,
porque ellos estarán bien colocados.

Amén, amén.

Si los imbéciles volasen...

Si los imbéciles volasen... Andrew Fischer, un joven de 20 años de Omaha, Nebraska, ofrece al mejor postor desde su página web Human Ad Space una nueva forma de publicidad bastante insólita: anunciarse en su frente.
Fischer se compromete a llevar durante un periodo máximo de 30 días un tatuaje no permanente en la frente con el nombre de una compañía o su logotipo y a hacer la vida más o menos normal de una persona sociable: trabajar durante el día y salir por la noche, mostrando en todo momento el anuncio.
Eso sí, advierte de que no aceptará ningún eslogan ni símbolo racista, como, por ejemplo, la esvástica, ni la marca de la bestia —el número del diablo, el 666—, así como tampoco admitirá anuncios “para adultos”, sex shops o similares. Los beneficios que logre los utilizará para costearse los estudios de diseño gráfico.
Medios de comunicación de Estados Unidos como las cadenas ABC, BBC, CBS, CNN, FOX, MSNBC, NBC están haciendo un seguimiento de la página web de Fischer, que ya ha recibido más de cien ofertas y ha pasado por varios platós de televisión para contar la historia y lanzar su eslogan: “Aprovecha esta radical campaña publicitaria y entra a formar parte de la historia.

ULTIMA NOTICIA:
Andrew Fisher ha ingresado como miembro de honor en la Real Academia de Tontos Contemporáneos con Balcón a la Calle y la empresa que patrocine su frente, tendrá derecho a colocar en su publicidad el logotipo de la ONG "Gilipollas sin Fronteras"

La Raclette 3

La Raclette 3 Para mayor aliciente aún si cabe,
en la lumumbada del 31,
y antes de que invadan nuestras mentes
los efectos del perverso cóctel,
tendrá lugar,
entre los numerosos participantes
de tan alucinógena cumbre,
un extraordinario sorteo de.....
¡tachan!

¡FABULOSAS RACLETTES!

Confirmado:
2005, Año Internacional de la Raclette.

Ni Rioja ni Burdeos, ni Arguiñano ni Ferrán Adriá. ¡Raclette!

Ni  Rioja ni Burdeos, ni Arguiñano ni Ferrán Adriá.  ¡Raclette! Queridos niños y niñas, pobres míos que habéis conseguido, a saber cómo, dormir en una cama que no esté en el piso de vuestros padres:
Queridos y amorosos niños y niñas que comprobáis ahora que ya es demasiado tarde, maldición, porque a cambio de esa cama vuestra, solo vuestra y de los que queráis meter en ella, tenéis que apechugar con los daños colaterales, porque esa cama resulta que está en un piso que hay que pagar.
Queridos niños y niñas que habéis sacrificado todo en aras de esa independencia: yo soy yo y mi cama, o mi circunstancia que para el caso da igual.
Queridos niños y niñas, ya sé que a esas alturas os tengo en ascuas, y aún así en vez de elaborar una explicación racional y bien argumentada, a la manera de Aristóteles, salgo por peteneras y me arranco por Sócrates dando un circunloquio mayéutico, o lo que es lo mismo, procedo como los ginecólogos, y extraigo de vuestros uterillos impúberes la pregunta clave, de la que todos conocéis en vuestras propias carnes la respuesta. A cambio de esa cama que significa libertad, y dejando aparte el puto alquiler, aquí va la pregunta:
¿Cual es el peor precio que teneis que pagar? ¿Eh?
-Planchar camisas.
-Pero mujer, no seas hortera, planchar es un arcaísmo, ¿quién plancha hoy día, aparte de Arturo Fernandez y los del Opus?

Vamos, vamos, un poco de esfuerzo mental, que del otro ya lo hacéis y demasiado, responded a la pregunta que os repito con distintas palabras,
¿Qué es lo que más os jode, por usar un lenguaje diplomático, del hecho feliz de tener que vivir solos?
-Cocinar.
Ahí quería llegar yo, y si he tardado demasiados párrafos es por vuestra culpa, porque hoy vais lentos de reflejos. Continúo preguntando:
¿Y por qué es jodido cocinar si se trata de un ejercicio gratificante que intenta satisfacer al más duradero de nuestros sentidos, que es el gusto?
Respuesta fácil. Porque cocinar lleva anexo, terribles hados que juegan con nosotros y siempre ganan, mala puñalada les den, porque cocinar, repito, lleva implícito el tormento más terrible cuando se vive en un piso solo ante el peligro: Lavar los platos.
-¡Un lavavajillas!
-¡Pero mira que eres gilipollas, interrumpir mi bien trabado discurso con esa apostilla que apesta a Hipercor! Los lavajillas están fabricados para la gente que aun desconoce que el mejor destino de los platos es no existir, y ya que existen, no se lavan, y si se lavan, será de tarde en tarde.

Pero claro, si renuncias definitivamente a lavar los platos, si los vas eliminando de tu vida, por el astuto método de tirarlos a la basura conforme se van ensuciando, no por ello resuelves el problema, porque lo peor de lavar los platos no son los platos, sino los cacharros, y por cacharros se entiende esa variada colección de cazos, cacerolas, cacerolillas, sartenes y los numerosos utensilios de cocina que te los han ido encolomando en Ikea un sabado tonto, y como los has comprado los tienes que usar, y como lo has usado, menuda guasa, los tienes que lavar.
-Pues al lavavajillas.
-¿Otra vez esta paliza? Tengo dicho y bien clarito, por cierto, que a mis discursos o sermones paternofiliales no tolero que acudan agentes secretos de las multinacionales del electrodoméstico, pero no hay forma. Pues mira, a ver si te enteras, monín, si el lavavajillas es chungo con los platos, imagínate con los cacharros. Además, ¿sabes lo que te digo? Pareces de Madrid, porque es el único sitio de este país, o mejor dicho, de este mundo, en donde los lavavajillas funcionan con una discreta decencia, y el mérito es la calidad del agua. El resto no tiene esa suerte, y en ese resto incluyo las comarcas mediterráneas como primeras de la lista, porque aquí el agua tiene tanta cal, y quien dice cal, dice salitre, o cloro, o basura de petroleros, o residuos nucleares, por no hablar de la mierda que arrojan los millones de turistas que se tuestan en sus playas, en definitiva, aquí el agua tiene tantas cosas incluidas además de agua, que es imposible que haga su trabajo un puto lavavajillas, si es que en realidad lo sabe hacer, que esa es otra. Así que más te vale que te quedes calladito y no me vuelvas a interrumpir, porque a la próxima, te corto a cachos, te embalo en un blister, te coloco un código de barras, y mañana estás expuesto en el hiper, en la sección de charcutería.

Perdonad la digresión.
Recapitulemos.
Tenéis que convenir conmigo, y no tolero ya ni una sola réplica, que si no cocináis, es por no tener que lavar platos y cacharros, y como no tenéis ni un puto euro para comer fuera, ni siquiera el mísero menú de paletas y moritos, resulta que vais por la vida, queridos niños y niñas, con el frigo que parece un coco, porque dentro solo tiene agua, abriendo latas hasta que se os acaba la pasta, y se acaba pronto, porque las conservas está carísimas, y en conclusión, con más hambre que pepeleches, porque, claro, antes ayunar que dejar el tabaco o el cubata o el porro, faltaría más, hasta ahí podría llegar la broma, y menos mal que teneis que dar gracias al cielo por contar con una tieta previsora que os lo regala en latas de cinco litros, porque ante la ola de total desnutrición que os invade, tan sólo os queda el aceite. Pan con aceite y sal. Desayuno, comida y cena, de lunes a domingo. Pan con aceite y sal. Y en la cocina, entre las pilas de cosas por lavar, decenas de cucudrulus te observan con mirada retadora como diciendo: Acércate si tienes huevos.
¿Por donde iba?
Queridas niñas, y ahora solo digo niñas, porque no creo que los niños hayan tenido paciencia de llegar hasta aquí, exceptuando mi hijo Carlos y como sé que me resiste leyendo, le dedico este discurso a él, mi hijo, mi orgullo, mi mejor fotocopia con todo lo quería haber sido y no fui, el que los tiene como el caballo de Espartero, y digo esto con conocimiento de causa, y no ante la presión hipersensorial de un amigo común, un tal Lumumba, que me está sacando de mí todo este inmenso rollo macabeo.
Queridas niñas. Os lo pongo por pasiva. Si no tuvierais que lavar los platos y cacharros, es más si no tuvierais que entrar en esa mierda de cocina enana porque todos los pisos de alquiler accesible tienen unas cocinas que no cabe un alfiler, entonces, dibujemos un panorama idílico, ¡cómo cambiaría la cosa, ¿a que sí? Podríais comprar en la plaza unas sardinas que siempre están baratas, o unas pechuguitas de pollo, o unos champis, o preparar unos bocatitas calientes, de pan con ajo con york y queso fundido, y no sigo porque veo que se os está haciendo la boca agua, queridas niñas mías, y al decir niñas incluyo a la niña de mis ojos, mi hija Paula, la mujer de mi vida, que ella tampoco se está perdiendo esta infinita digresión, queridas niñas mías, ante esta situación, y dejo de dibujar idilios, teneis que reconocer conmigo que os encontrais ante un dilema que es un auténtico hijo de puta.
Pues vamos a romperle a ese dilema, si no los dos, por lo menos uno de sus cuernos.
Así.

La única solución para que comáis decente y caliente, barato y completo, sin pasar por la cocina y obviando el fregadero, en otras palabras, la única salvación de vuestros estómagos necesitados, la verdad de comer bien no se llama Arguiñano, ni rico rico perejil, no se llama Ferrán Adriá ni la deconstrucción del nabo al puturrú de fuá, la única verdad de todas las verdades que engloba el placer del paladar con la necesidad de una buena digestión se ha llamado, se llama y se llamará.... ¡tachan!
¡RACLETTE!


Mañana, o pasado mañana, o tal vez otro día, os explicaré por qué.

vuelta

vuelta
Chablis Grand cru -Blanchot, Bougros, Les Clos, Grenouilles, Preuses, Valmur, Vaudésir- (blanco), Chambertin, Charmes-Chambertin, Mazoyères-Chambertin, Griotte-Chambertin, Ruchottes-Chambertin, Chapelle-Chambertin, Chambertin-Clos de Béze, Latricières-Chambertin, Mazis-Chambertin, Clos-Saint- Denis, Clos-de-la Roche, Clos-des-Lambrays, Clos-de-Tart, Bonnes-Mares, Musigny (tinto y blanco), Clos de Vougeot, Échezeaux, Grands Échezeaux, La Romanée, La Romanée-Conti, Romanée Saint-Vivant, Richebourg, La Tâche, La Grande Rue, Corton(tinto y blanco), Corton-Charlemagne(blanco), Chevalier-Montrachet (blanco), Bienvenues-Bâtard-Montrachet (blanco), Le Montrachet (blanco), Bâtard-Montrachet (blanco), Criots-Bâtard-Montrachet (blanco).


He vuelto,
pero mi paladar se ha quedado en un rinconcito borgoñón,
entre La Romanée y les Grand Echezaux.
Todavía estoy demasiado allí,
como para escribir sobre el viaje y sus sabores.
Cuando recobre mi serenidad,
te prometo una larga carta, Carlos.
Quien avisa no es traidor. Es avisador.

evasión

evasión Me voy a la Borgoña a emborracharme de vino caro.
Igual no vuelvo.

Moscatel Reserva de Familia de López Hermanos. (No pienso parar, Carlos)

Moscatel Reserva de Familia de López Hermanos. (No pienso parar, Carlos) Me gustaría estar esta noche en compañía de unos cuantos buenos amigos de esos que ponen sus cinco sentidos, su inteligencia y su imaginación en hacerle un homenaje al mejor invento humano en todos sus siglos que es el vino, y me gustaría estar con ellos en la Axarquía malagueña, esa comarca morisca que se deja caer desde los montes al mar, con unos pueblos blancos que da gloria verlos, y un montón de viviendas enclavadas en las montañas como si fueran casitas de Belén, la mayoría de ellas compradas hace tiempo a precio de ganga por los turistas extranjeros que conocen mucho mejor que nosotros donde está lo mejorcito de nuestra tierra. Pues bien, de la Axarquía, viene la uva que hace posible el Moscatel Reserva de Familia de López Hermanos.
La moscatel de Alejandría es la gran uva Mediterránea, amiga de olivos y naranjos. Se podría hacer la Ruta del Moscatel, desde Málaga a Tarragona. Una ruta turística, medio mora, y antes que mora, romana, porque este vino enamoró por su suavidad a los Césares, que no tenía complejos y a los Califas, que sí los tenían, pero que supieron con buen criterio compaginar el Corán con este vino, considerándolo como jarabe medicinal y no como incitación al pecado. Los talibanes de entonces, más sensatos que los de ahora, respetaron esta interpretación y gracias a ello, se mantuvo el cultivo de esta viña y el amor a este vino.
Desde su fundación en 1885, López Hermanos es la gran bodega malagueña, con una capacidad de elaboración de 6 millones de litros. En mis tiempos mozos, cuando de madrugada en las playas malagueñas se pescaba al copo aquellos chanquetes, hoy prohibidos, o peor aún sustituidos por un no sé qué, que no sé de donde viene, pero que solo sé que no sabe a nada, cuando Málaga compaginaba su condición de capital cosmopolita de la Costa del Sol, con el sabor popular de unas tabernas donde se tomaban conchas finas y choricillo al alcohol, en aquellos tiempos felices y desgraciadaente lejanos, cerrábamos la pitanza con una copita del vino más famoso de López Hermanos, el Málaga Virgen, que nos dejaba el cuerpo de rey, a pesar de ser gritar Viva la República. Claro que habíamos sido criados en la adolescencia, con otro producto rey de la misma bodega, la Quina San Clemente, porque daba muchas ganas de comerrr, y eso, al final, acabó dejando en nuestro cuerpos serranos una buena huella.
Siendo una bodega señera de Málaga, López Hermanos tiene vinos populares y muy selectos. Hace unos años yo quedé literalmente obnubilado cuando probé su Seco Trasañejo, uno de los mejores málagas viejos que he probado en mi vida, y también me encantó su moscatel joven de molturación en frío, el Tres Leones, en la línea de los modernos moscateles afrutados. Pues bien este Moscatel Reserva de Familia se sitúa justo en el término medio.
De vendimia semitardía y criado en barricas de roble francés, el moscatel Reserva de Familia es un vino asombroso, por varios motivos. El primero, porque no tenemos ningún referente. El segundo, por su color, más dorado que el moscatel joven. El tercero, por su aroma, donde junto con la fruta resplandece la madera y sus matices ahumados. El cuarto cuando notamos, en boca, la estructura de un vino de crianza que matiza la dulzura de la moscatel, dejando un gusto final, largo y persistente donde resplandece la fruta.
El resultado es un vino especialmente generoso, complejo y muy adictivo. Catorce grados y medio que no te dejan indiferente. En definitiva, un vino para ponerle un piso.

Los matices del vino. (Toma nota, Carlos)

Los matices del vino. (Toma nota, Carlos) El diccionario define el concepto de matiz, aplicándolo a diversas disciplinas. A la Pintura, y así los matices son las diversas gradaciones que puede tener un color. A la Literatura, en donde se considera el matiz como el rasgo de expresión en la obra literaria. A la Música, que considera el matiz como el distinto grado de intensidad que se puede tener un sonido. A la Filosofía, donde el matiz es el aspecto que da un carácter determinado a cualquier argumento. No es, por tanto, extraño que una palabra como matiz, tan bien relacionada con las bellas artes, case bien con el Vino. ¿Que tipo de matices podríamos aplicarle? Podría ser, perfectamente, el pictórico. No solo hay vinos blancos y tintos, rosados y dorados, verdes y claretes. Hay también vinos velazqueños y vinos picassianos, vinos goyescos y vinos dalinianos, vinos alargados como las figuras del Greco, o místicos como las Inmaculadas de Murillo. Claro que también podríamos hablar de los matices del vino, con criterio musical. Si un gran tinto de la Ribera del Duero, o un Chateau de Burdeos, son una sinfonía, los vinos de Rioja nos ofrecen las diversas variaciones de los conciertos, luego hay vinos donde la equilibrada combinación de las distintas uvas tienen la perfecta armonía de un cuarteto de cámara, por no hablar de los monovarietales, que se asimilan perfectamente a las sonatas. De violín, en los afrutados blancos, de piano en los arómaticos tintos. Me diréis que estoy haciendo literatura. Claro que sí. Y con ello se demuestra que también es aplicable al vino el matiz literario. Pero mejor será imponer un poco de rigor, que habrá tiempo para el barroquismo, así que bueno será aplicar el criterio filosófico y desarrollarlos matices del vino, como si fueran las diferentes características diferenciadoras con que el hombre, desde que se hizo agricultor, ha elaborado al zumo fermentado de la uva.
El vino es un homenaje a la pluralidad. Está lleno de variedades. Cada variedad es un carácter. Cada carácter es un matiz.
Fijémonos en Andalucía. Esta tierra bendita, siempre fué tierra de paso, y personalmente creo que la causa de este incesante trasiego de forasteros, desde los tiempos de Noé, no ha sido tanto la geografía cuanto la enología. El vino fué el primer y más decisivo aliciente turístico de su historia. Los fenicios, que sabían muy bien lo que valía un peine, fueron, tal vez, los primeros guiris que se acercaron a tierras jerezanas para cambiar sus baratijas orientales por su ya codiciados caldos. Los moradores de aquellas tierras albarizas, castigadas por el sol, y refrescadas por la brisa marinera, tenían que elaborar unos vinos de mucho grado y de mucho cuidado. Bien que tomaron nota las generaciones posteriores, sobre todo, los romanos que consideraron la provincia Bética como la bodega del Imperio, y hasta cuentan que el mismísimo Julio César, entre victoria y victoria de sus legiones, como reposo del guerrero y regalo del catador, había montado casa, viña y bodega en Jerez, como si fuese un Osborne cualquiera.
Bien mirado, hay bastante matiz imperial en los vinos jerezanos. De ahí que tanto contribuyera, primero a la formación y engrandecimiento del Imperio Británico, y después al consuelo de su decorosa liquidación. Analizada la historia entre copa y copa, cuando el almirante Rocke toma Gibraltar en 1704, lo hace pensando en intenciones ulteriores. Estoy plenamente convencido de que los hijos de la Gran Bretaña entraron por Gibraltar, con el ánimo de aquel de la copla, que iba con su jaca, galopando y cortando el viento, caminito de Jerez, para convertirla en colonia británica, y quedaron frenados con el tratado de Utrecht. Claro que lo que no pudieron conseguir por la fuerza de las armas, lo alcanzarían posteriormente por la colonización comercial, y por la saga familiar. De ahí que el sherry sea el producto más genuinamente británico, después de su casa real.
En cualquier caso, el nombre de Jerez procede de los árabes, una civilización abstemia por principios, pero no tanto por realidades, y a ellos hay que agradecerles la infidelidad a sus creencias, dado que potenciaron, cultivaron y degustaron los vinos andaluces. De aquel Sherisch mahometano al Sherry británico, ha pasado mucho tiempo, y han aparecido y desaparecido muchas modas. Pero el Jerez sigue.
Como verán, con más desparpajo que erudición, he repasado la historia, observándola bajo el matiz del vino. Hay una cultura del vino. Felizmente no existe una cultura del licor de kiwi, ni falta que hace, aunque sí estamos viviendo una anticultura de la cocacola, que potencia la comida rápida, (¡Absurda contradicción, la comida o es lenta o no es comida!), el desprecio al paladar y los combinados de garrafa. El Vino exige otro matiz en quien lo saborea. Requiere ánimos pausados, conversaciones distendidas, y paladares decididos a probar de todo un poco, o "nequid nimis" -"de nada, demasiado"- que dirían Horacio, Virgilio y su panda de epicúreos.
Aplicando el criterio filosófico a la palabra matiz, podríamos decir que la cocacola es cínica, y el vino es epicúreo. Es difícil compaginar lo epicúreo, con los tiempos tan cínicos en que vivimos. El cínico no cree en otra cosa que en los resultados inmediatos, mata el tiempo en vez de disfrutarlo, de ahí la abundancia de comidas y bebidas light. El vino no entra en la onda, un tanto clónica, de bebidas ligeras y en muchos casos un tanto amaneradas. El vino nos anima a entrar en un mundo un tanto romántico y a contrapelo, un mundo en donde aún queda buena gente que hermana saber y sabor, que prefiere sonreir a invertir, conversar a especular, que agarra el día y vive el presente en la plenitud de la amistad.. Goethe, que le gustaba tanto el vino como el amor, dejó escrito lo siguiente: "Una muchacha y un vaso de vino curan todo mal, y el que no bebe y no besa, está peor que muerto"
Pero también el vino casa con la religión. Los Evangelios nos muestran a un Jesucristo, como un milagroso enólogo que en unas bodas convierte el agua en vino, y después de su última cena de amistad, en un notable catador que asimila el vino de su copa a su propia sangre.
Los enamorados del vino... !Cuánto le debemos a los monjes! En las montañas riojanas, recluido en el monasterio de San Millán de la Cogolla, Fray Gonzalo de Berceo, el padre prior de la lengua castellana, escribía sus obras en "roman paladino", y hacerlas rimar con "un vaso de bon vino". En la Edad Media, allá donde había una Iglesia o un Monasterio, proliferaban los viñedos y las bodegas, donde se elaboraba el vino de la misa, la fiesta cristiana. Son los monjes los primeros científicos del vino, los primeros viti-vinicultores, Debemos a los monasterios la crianza y el envejecimiento del vino en bodegas. San Bernardo cavaba, podaba y abonaba las viñas. San Martín las plantaba. Los cistercienses dedicaban seis horas de trabajo cotidiano a la vid y al vino. San Benito, en la Regla para su Orden Monástica, aconsejaba: "Vale más tomar un poco de vino por necesidad que mucha agua por avidez". No es extraño pues, que muchos historiadores consideren que la contribución de los monjes a la viti-vinicultura es uno de los mayores servicios hechos a la civilización occidental. !Con estos antecedentes, quién se atreve a negar que el vino es cultura!.
Pero hablemos de los matices literarios: El vino es poesía: Rubén Darío, siguiendo el consejo de fray Gonzalo, tenía una bella ánfora llena de regio vino, para darle fuerza y calor a sus cantos. A don Antonio Machado un vino risueño le dijo el camino, ese que se hace camino al andar. Pablo Neruda se maravillaba de su color: Vinos con pies de púrpura o sangre de topacio, vinos color de día, vinos color de noche. El Vino es amistad, es mesa compartida, es mano abierta, sonrisa acogedora. Los antiguos persas utilizaban la misma palabra que denominar Vino y Vida, y no les faltaba razón. El vino alegra el corazón del hombre, alegra el sendero del peregrino, regala felices sueños a Noé, y eleva a Baco al Olimpo de los dioses. El vino es el corazón de la fiesta, que nació en el preciso momento en que el hombre cultiva la tierra, se enfrenta a su misterio y descubre su espíritu. San Pablo lo definió como "Obra de Dios" y el Doctor Pasteur, más comedido, lo consideró como la más sana e higiénica de las bebidas, y este matiz sanitario, ahora es conveniente recordarlo, cuando muchos cardiólogos consideran que una copa de buen tinto, es una excelente medida de prevención contra las enfermedades cardiovasculares, y no faltan psiquiatras que olvidando los barbitúricos, recetan una copa nocturna de tinto de reserva, para curar el insomnio, y asegurar un sueño feliz.
No exagero, por tanto, si afirmo que si algo somos y algo ha hecho la civilización occidental a lo largo de los siglos ha estado fundamentada, cuando no provocada, en los ritos de la vendimia, en el misterio de la fermentación, en la quietud de las bodegas, en el placer de compartir una copa, en definitiva en todo aquello que hoy, con todo derecho, se llama la cultura del vino. Como tampoco es desaforado considerar que nuestra civilización ha sido el cumplimiento de una profecía bíblica, la respuesta a una pregunta que se hace el Libro Sagrado del Eclesiástico: "¿Qué vida tiene aquel a quien le falta el vino?” La Biblia también nos habla del primer vendimiador: Noé, que tras el diluvio, lo primero que hizo fué plantar viñas, y embriagarse con su mosto. Dice la Leyenda que el Arca se posó en el monte Ararat, el más alto de Turquía. Científicos soviéticos hace años que descubrieron, entre restos de madera que parecían de una gran nave, fondos de grandes vasijas que contenían posos de vino fosilizado.
Hay por tanto un matiz arqueológico en el vino. Los estudiosos de la prehistoria han demostrado que, cuando el mono apareció en Africa, toda nuestra Europa estaba llena de vides, esperando con el paso de los siglos, la aparición del hombre, que con paciencia y esfuerzo, las transformara con el cultivo y la vendimia. Para conservar la fruta, el hombre primitivo la prensa con piedras o leños. Luego la Naturaleza la fermentaría y convertiría el mosto en vino, el azúcar en alcohol, la fruta en delirio, la realidad en misterio.
Los químicos reducen el proceso de fermentación a una fórmula, que me resisto a transcribir. A mi juicio sería atentar gravemente a los matices del vino. La fermentación es una Obra Maestra de la Filosofía, porque entra de lleno en el Misterio, así, con mayúsculas. El primer misterio es la fecundación: la semilla que se hace fruto. El segundo: la fermentación: el fruto que se hace vino. El Tercero: la Transformación: el Vino que se hace Fiesta. En el primero, el protagonista es la Tierra. En el segundo, el protagonista es la Uva. En el Tercero, el protagonista es el Vino. La Fiesta nace en el corazón del hombre, a la vera de los dioses, en torno a los mitos, y ante la presencia del vino. Los acadios, los sumerios, los hititas, los asirios, los hebreos, los egipcios, ligan este líquido embriagador con lo religioso, y es la isla de Creta, la que lo bautiza definitivamente. El misterioso zumo fermentado de la uva se llamará "Oinos", vino.
De la arqueología a la historia. La civilización occidental nace en el Mediterráneo, alrededor del vino. En torno a la vendimia, los griegos crean la fiesta dionisíaca, en honor de Dionisos, o Baco, el Dios Enólogo. Recogen con ello todo el legado de mitos y creencias, que han convertido el vino en uno de los alimentos más simbólicos, en un elemento fundamental de sacrificios y oblaciones. La embriaguez se convierte en un sinónimo de transporte espiritual, de euforia sagrada, y a causa del exceso, de posesión diabólica. El vino es desde esta perspectiva un símbolo y una herramienta de conocimiento y de iniciación, un medio de comunicación con el infinito, con lo insondable. A la embriaguez ritual los griegos la llaman entusiasmo, o lo que es lo mismo, endiosamiento, rapto divino.
La leyenda helénica afirma que los dioses crearon el vino por amor a los hombres, para hacerlos más felices. Ese atributo amoroso del vino lo convierte en una bebida de comunión con la Naturaleza, a través del rito de la vendimia. Y así nace la fiesta. Retrocedamos miles de años, pero sin cambiar de paisaje. Puede ser que, en un día como hoy, los primitivos habitantes del Penedés, o de la Rioja, del Duero o de Galicia, de La Mancha o Andalucía, de Jumilla o de Cariñena, por no decir de Creta, de Salerno, de Sicilia, de Burdeos o Borgoña, se reunieran para celebrar la vendimia feliz. Y mientras el vino experimentaba la primera fermentación tumultuosa, el Dios de las Viñas era agasajado. Primero con cánticos. Pero después a los cánticos corales, se añadieron diálogos improvisados de espectadores entusiastas. Con el tiempo, estos diálogos tendrían un guión. Había nacido el teatro. Primera gran manifestación cultural que debemos a la fiesta del vino.
Si el teatro nace en las primitivas fiestas de la vendimia, la filosofía la inventan los griegos en los simposios, en aquellos banquetes en donde el anfitrión servía el mejor de sus vinos, y alrededor de los vinos no solo se montaba la comida, sino también se creaba el clima ideal para una conversación creativa, inquieta, reveladora. Palabras como Diálogo, Democracia, Política, Análisis, Ideología, Etica, Estética, surgen en el simposio, compartiendo todos la misma copa. El simposio era la traducción laica, la versión ciudadana de la fiesta religiosa. Con la vendimia se hacía culto al Dios, con el simposio se cultivaba al hombre. Por algo escribiría, siglos más tarde, Luis Pasteur: "Hay más filosofía en una botella de vino que en todos los libros".
El vino alegra el corazón del hombre, pone alas a los pies al peregrino que hace camino, duerme feliz a Noé y exalta a Baco a la divinidad. El vino es el exacto perfil de una civilización, que nace mediterránea y se transforma en occidental. El vino es una cultura, la nuestra, la que da paciencia a quien planta, poda, cultiva y vendimia las cepas, y ciencia a quien, con sabias mezclas y trasiegos, en la quietud de las bodegas, convierte el mosto en una obra de arte.
Vinos españoles. Blancos, tintos, rosados. Vinos de aguja y esplendorosos cavas, reposo del guerrero y musa de poetas. Vinos llenos de matices. Paz Ivison, una jerezana a carta cabal, y enamorada del vino, tiene escrito un libro maravilloso, amparándose en el neo-refrán: Díme lo que bebes y te diré quien eres. Lo recomiendo vivamente a quien quiera profundizar más en los matices del vino. Con tanto sentido del rigor como sentido del humor, Paz Ivison nos recomienda un vino para cada cosa, y un vino para cada tipo: Hay vinos para el amor, como el Champagne, que tiene la irresistible cualidad de volver más bella aún la mirada de una mujer. Hay vinos de poetas, como los de Chile, que hablan de Neruda, o los de Alicante, como el maravilloso y escaso fondillón que nos recuerda a Miguel Hernandez. Vinos para beber en pareja, mirando al mar, como los blancos del Penedés. Vinos con duende nocturno: como los finos jerezanos. Aperitivos bajo el sol, como la manzanilla, o de invierno, como los amontillados. Vinos de sobremesas aristocráticas, como los oportos. Paz Ivison, incluso da un paso más en esto de matizar el vino, y nos habla de vinos proletarios, como los manchegos, vinos para funcionarios, como los tintos de Valdepeñas,, vinos para asalariados urbanos, como los vinos blancos de Rueda, vinos para banqueros, como los grandes reservas riojanas o de la Ribera del Duero, sin olvidar los vinos para jóvenes seductores, una especie de vinos para JASP (Jóvenes, aunque sobradamente preparados) que serían los vinos de California, los Cabernet y los Merlot. Hay un vino aristócrata: el Sauternes frances, y un vino zarista: el Tokay húngaro. Y hay vinos muy machos: como los de Toro o los del Priorato, y vinos para perfectas -o imperfectas, según se mire- casadas, como los Albariños gallegos, o los rosados de Navarra. Hay vinos marineros, como el Chacolí vasco, el catalán de Alella, o el gallego de El Rosal.
Así podríamos seguir. Estos son los matices que Paz Ivison ha encontrado a nuestros vinos, pero podríamos buscar más. El primer deber nuestro como ciudadanos que somos de un país que está en los primeros puestos mundiales en producción de vino, es conocerlo y amarlo. Y para ello, antes que nada, catarlo. Beber vino es un acto de civilización. Saborearlo es el signo de cultura. Descubrir alguno de sus numerosos y variados matices, es privilegio de nobleza, amen de un deber de patriotismo, y un paso adelante en el largo y a veces tortuoso camino, que cada cual hacemos hacia ese indefinible horizonte que algunos llaman felicidad."

VIÑAS DEL VERO. CABERNET SAUVIGNON 01

VIÑAS DEL VERO. CABERNET SAUVIGNON 01 Un vino que dice mucho y bien de la bodega que lo concibió: Viñas del Vero, la gran valedora de la denominación de origen Somontano. El Somontano ha sido una revelación y una revolución, y ha creado adictos, entre los que me cuento. Les invito a coger el coche y hacer una excursión a Barbastro, para comprobar que esos suelos calizos, alrededor del río Vero, poseen las condiciones perfectas para el cultivo de la vid.
Aquí tenemos un ejemplo. Este vino es un varietal, y todo varietal es de por sí, un compromiso, porque refleja como en un espejo, tanto sus cualidades, como sus defectos. No hay posibilidad de aminorar la pujanza de una uva, con la delicadeza de otra. Y si encima hablamos de un vino elaborado cien por cien con Cabernet Sauvignon, ya de por sí potente y un tanto rebelde, entonces nos encontramos con un decidida vocación de excelencia.
Como a mi no me gusta saborear el vino en solitario, pues para algo se han hecho las botellas con la medida justa para compartirlas entre dos, se me ocurre recomendar este Cabernet Sauvignon del 2001 para celebrar, con alguien a quien quieras mucho, las pequeñas alegrías cotidianas, esas buenas sorpresas que de vez en cuando te da la vida. No es un vino para grandes fastos, sino para cotidianos y sinceros gozos. Y sobre todo, creo que está hecho ex-profeso para la confidencia. Los antiguos latinos acunaron el dicho In Vino Véritas. Y este vino tiene mucho de verdad. Tal vez porque ha nacido a orillas del río Vero.

cabrito

cabrito Hace ya más años de lo que a uno le gustaría,
Raul del Pozo me aconsejó:
Si un día tienes tiempo, coche y ganas, vete a Jadraque.
Y uno que va de culto, le replicó,:
¿A qué? ¿A ver el Castillo del Cid, que se asienta sobre el cerro más perfecto del mundo, según dijo de él, Ortega y Gasset?.
Raúl me respondió:
Déjate de chorradas. A Jadraque se va a comer cabrito. Está de muerte.
Una vez más tenía razón el maestro.
El cabrito de Jadraque
es una sensación que no se olvida fácilmente.
Los cocineros lo preparan al horno,
con una receta que mantienen en secreto
y transmiten de generación a generación,
aunque se sabe que contiene
agua y un selecto manojo de hierbas silvestres.
Suave, meloso, delicado, suculento,
el cabrito de Jadraque es una experiencia única.
Y después de tomar el mejor cabrito del mundo,
se puede admirar mejor el cerro más perfecto del mundo
donde se asienta su fenomenal castillo.

Hoy, un vino.

Hoy, un vino. Es un vino mágico.
Todos los vinos se hacen con buenas uvas,
mucha sabiduría para cultivarlas y vendimiarlas
y mucha paciencia para dejar que se vaya criando en la quietud de la bodega.
Pero el vino al que me refiero,
como es mágico,
necesita un requisito más.
La brisa marina.
Por eso, sus bodegas tienen las ventanas abiertas
para que impregne las barricas
la brisa del Atlántico cargada de salitre
y además perfumada por los pinos del coto de Doñana.
Estoy hablando de la Manzanilla de Sanlúcar.
La manzanilla de Sanlucar no es un vino joven,
tiene de 6 a 12 años.
Su sistema de crianza,
protegido por el oxígeno por una capa de levaduras,
le confiere un aromas específico e indescriptible.
Es un vino con cuerpo, elegancia, carácter, estilo,
que además deja al final en la punta de la lengua
un leve toque de sal marina que es una auténtica delicia.
Ojo, y no es un placer caro.
Una botella de buena manzanilla de marca
suele estar en torno a los 6 euros.
Da para muchas copas.
O para compartirla como yo hago, con buenos amigos.
Salud.