cabrito
Hace ya más años de lo que a uno le gustaría,
Raul del Pozo me aconsejó:
Si un día tienes tiempo, coche y ganas, vete a Jadraque.
Y uno que va de culto, le replicó,:
¿A qué? ¿A ver el Castillo del Cid, que se asienta sobre el cerro más perfecto del mundo, según dijo de él, Ortega y Gasset?.
Raúl me respondió:
Déjate de chorradas. A Jadraque se va a comer cabrito. Está de muerte.
Una vez más tenía razón el maestro.
El cabrito de Jadraque
es una sensación que no se olvida fácilmente.
Los cocineros lo preparan al horno,
con una receta que mantienen en secreto
y transmiten de generación a generación,
aunque se sabe que contiene
agua y un selecto manojo de hierbas silvestres.
Suave, meloso, delicado, suculento,
el cabrito de Jadraque es una experiencia única.
Y después de tomar el mejor cabrito del mundo,
se puede admirar mejor el cerro más perfecto del mundo
donde se asienta su fenomenal castillo.
Raul del Pozo me aconsejó:
Si un día tienes tiempo, coche y ganas, vete a Jadraque.
Y uno que va de culto, le replicó,:
¿A qué? ¿A ver el Castillo del Cid, que se asienta sobre el cerro más perfecto del mundo, según dijo de él, Ortega y Gasset?.
Raúl me respondió:
Déjate de chorradas. A Jadraque se va a comer cabrito. Está de muerte.
Una vez más tenía razón el maestro.
El cabrito de Jadraque
es una sensación que no se olvida fácilmente.
Los cocineros lo preparan al horno,
con una receta que mantienen en secreto
y transmiten de generación a generación,
aunque se sabe que contiene
agua y un selecto manojo de hierbas silvestres.
Suave, meloso, delicado, suculento,
el cabrito de Jadraque es una experiencia única.
Y después de tomar el mejor cabrito del mundo,
se puede admirar mejor el cerro más perfecto del mundo
donde se asienta su fenomenal castillo.
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arantza -