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rua

Efectos colaterales.

Sentirme novio de la reina del mambo.
Importarme un huevo el mundo y la madre que lo parió.
Recordar con nostalgia aquellos polvos
que hicieron estos lodos.
Pensar con serio fundamento
que nuestra única misión en la vida
es rascarnos el ombligo.
Permitir que mi sombra se ría de lo mal que estoy.
Dejar que los nombres sonoros,
los adjetivos osados,
los verbos con retranca,
las conjunciones insólitas,
las interjecciones intrépidas,
las admiraciones ocultas,
y sobre todo la interrogación,
(la fascinante interrogación,
la que provoca las maravillosas dudas
y los seductores terrores)
me vayan follando lentamente
mientras compruebo
cómo se me pone la cara
de un novicio ante su primer orgasmo.

Y pedir otra.


(Algunos de los efectos colaterales
más fáciles de describir,
que produce un buen pedo de Guinnes)



Gracias, Irlanda.

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