Manolo Sexto o Sixto (Cámara) Pasionaria y mejillones
En una de estas, me encuentro con Manolo en la reinauguración de un restaurante. Iba con Eva Orúe, mi compañera en la redacción de Protagonistas. Yo me dejaba acompañar por Jordi Estadella, amigo de farras y de charlas infinitas. Conseguimos sentarnos en la misma mesa. Pues muy bien, ahora que estamos todos reunidos, viva la madre superiora. De ahí tendría que salir algo. Y lo que salió fue un proyecto televisivo, que al final se fraguó en un programa de TV3, Piano Bar presentado por Jordi, con guión de Eva y Manolo. Corría el año mil novecientos ochenta y tantos. ¡Que lujo de cerebros pensantes, cuando la telebasura aún no había nacido! Claro que lo mejor de aquel programa, por cierto excelente, era su preparación. Los tres se reunían cada semana en un reservado de un restaurante distinto de Barcelona, pues tanto Jordi como Manolo eran maestros en elegir. Y como en el fondo eran compasivos, a esas reuniones solían invitarme, para que no se me pusieran los dientes largos de envidia. Se hablaba de los contenidos del siguiente programa, pero inmediatamente la conversación se encaminaba por cien mil dispersos y divertidos vericuetos. Recuerdo que un día, en la euforia etílica de la sobremesa, hicimos una relación de platos imposibles, increíblemente sibaritas. Tortilla de huevos y sesos de codorniz. Huevas de sardinillas marinadas en vinagre de Romanée Conti. Manolo, siempre genial, sugirió un nuevo empleo para satisfacer a los más exquisitos, el de cortador de lomos de mejillón. O lo que es lo mismo un experto maromo con instrumental adecuado y pulso berroqueño, que tuviera el arte de separar de un limpio tajo, la parte sonrosada y jugosa del mejillón, de esa otra zona nervuda y correosa que siempre se queda entre los dientes y dificulta la plena degustación del apreciado molusco. Lo grande del asunto es que de aquellas disquisiciones de paladares exquisitos pasábamos, en un plis plas, al análisis más riguroso de la realidad política. Ahora me viene a la memoria una fenomenal disertación de Manolo sobre el mito de Dolores Ibárruri, Pasionaria, que él desde su comunismo escéptico, asimiló a una íntegra y resplandeciente Blancanieves. Algo que reflejaría más tarde en su libro Pasionaria y los Siete Enanitos. En el acto de presentación del libro le requerí que me identificara unos por uno a cada uno de los siete. Manolo me dio una relación de nombres. Claudín, Semprún, Azcárate, Gallego..... Faltaba Carrillo. Se lo hice saber. Manolo me respondió: Carrillo nunca fue enanito. Si acaso es la bruja del cuento.
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