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respirar o estornudar

respirar o estornudar Es de sobra conocido que al llegar a determinada edad, si te despiertas cada mañana y no te duele nada es que estás muerto. Pues bien, cuando llega el viernes, me siento inmerso en una lucha interior por culpa de este cuerpo mío que últimamente no hay por donde cogerlo. Por un lado están mis pulmones, castigados por tanto siglo de fumarlo todo, que se ensanchan de alegría, porque van a respirar aire puro, esa mezcla de pino y brisa marina donde está enclavado mi refugio interior, mi Roda del alma, con mis libros, mis dubidubis, mi adsl, mis músicas, mis vinos, los mil platos que se me ocurren cuando entro en mi cocina decorada a lo lisérgico, en fin, mi querida soledad tan llena de casi todo que me hace casi feliz. Y repito el casi, porque hay quien protesta cuando se huelen que voy a abandonar la gran ciudad. Son mis narices. Tienen narices la cosa. Tengo una especie de fiebre del heno tan oculta, que no acabo de encontrar el tipo de heno al que le tengo fiebre. Estoy hasta las narices de tanto estornudo súbito y encadenado. A lo peor de todo es que tengo alergia al puto campo, y mis narices tienen nostalgia de aquellos años locos en que mascábamos asfalto, respirabamos monóxido de carbono, bebíamos como mongoles (el doble de los cosacos) y no teníamos ganas de perder el tiempo metiéndonos en la cama para dormir, cuando se podían hacer otras cosas mucho más placenteras. Aquí quería ver yo a los políticos del talante, del diálogo y del buen rollito. A ver como concilio yo unos pulmones ecologistas y unas narices urbanitas. Se aceptan ideas.

1 comentario

Anónimo -

Llego de trabajar y mi cabeza no ha parado de dar vueltas en busca del eureka que concilie tu dicotomía. Lo de cambiarse la nariz, no. Mascarilla a lo Michael Jackson, menos todavía. Eliminar las plantas, tampoco. [...] Carlos... ¡ayúdame!