La poción mágica de los batasunos.
¿Otegui es otro Asterix?
Confirmado. Al batasuno Otegui le va cantidad la kale borroka,
pero lo que le pone pino es la kama borroka.
Pero empecemos por el principio:
Entretenido estoy haciéndole boicot a las musarañas, cuando aparece Alfonso Rojo con un espectacular cabrio del color de su apellido.
-Te lo presto para un fin de semana.
-Tú, siempre tan oportuno. Era el coche ideal para llevar a Elena de Regoyos a una cena íntima en una terraza de verano, pero resulta que estamos en invierno, han venido las lluvias y los fríos y para más inri has dejado que marchara al Brasil mi amor platónico sin darme la oportunidad de decirle que me ha robado el corazón. Ya me dirás que quieres que haga ahora con ese trasto.
-¿Tienes experiencia en brujas?
-¿En brujas? Toda. ¡Si yo te contara..!
-Lo suponía. ¿Conoces Zugarramurdi, un pueblo del Norte de Navarra, lindando con la frontera francesa?
-Claro. Por cierto, tengo una camiseta negra de allí, la mar de molona.
-Lo que no tengas tú. Pues ya puedes irte. Tienes reservada una habitación un hotel rural.
-¿Y qué tengo que hacer en la capital del aquelarre?
-Entrevistar a una bruja
-¿A una bruja de verdad? ¿Todavía quedan?
-Pues claro. Un amiguete de Irún me ha conseguido una cita con una, y te espera. La única condición que ha puesto es que quiere darse un voltio con un cabrio rojo. Por eso vas con el.
- Vaya con la bruja. Estará cansada de tanta escoba. Espero que tenga carnet.
Conduzco hasta Pamplona sin poder descapotar el coche, porque llueve como si la Virgen de la Cueva se hubiese cabreado por tanta rogativa. De todas formas, hace un frío que pela, y tendría que tener nervios de esquimal para poder soportarlo. Subo el puerto de Belate con niebla hasta las cejas, si no veo dos en un burro, mucho menos voy a diferenciar una bruja de una apacible viuda de caserío. Pero en el valle del Baztán, de repente el tiempo se aclara, la temperatura sube, el sol castiga, y en Zugarramurdi entramos mi coche y yo bien descapotados. ¿A qué vienen estos calores? El pueblo de Zugarramurdi, muy bien, gracias, me acerco a las cuevas de las brujas, atracción turística, antes de verlas hay que pagar y bajar un montón de escaleras, no gracias, ya caí en esa trampa la primera vez que vine. Pero aún así, hay que investigar, bajo del coche, me acerco a la taquilla, y cuando voy a preguntarle a un tiarrón, con riesgo de que me parta la boca, si ha visto por ahí a una zugarramurda con su escoba voladora, alguien me llama. Miro para atrás, y veo a una tipa impresionante que me atrapa con una sonrisa de oreja a oreja.
-Hola, me llamo Idoia.
-¿Tu eres la bruja? Pareces su nieta.
-¿Qué pasa? ¿Que para ti todas las brujas son viejas y feas? Alguna vez en su vida fueron jóvenes como yo.
-Pues tú estás de dulce, dicho esto sin animo de molestar tus brujerías. Cuando quieres empiezo la entrevista.
-Espera que salgamos de aquí.
Arranca el coche, y nos perdemos por la montaña. La carretera se estrecha, se convierte en una pista llena de baches y piedras, pero no lo noto. Compruebo las ruedas y veo que el coche va dos dedos por encima del suelo, levitando. Me quedo de piedra.
-¿Te gusta el truco?
-Si empezamos alucinando, yo me largo, me dan yuyu los milagros y las cosas extrañas.
-Tranqui, no te voy a hacer nada. Me estás cayendo bien, aunque yo esperaba que me viniera alguien de mi edad.
-O sea que te querías tirar un becario, pero hazte cargo, han enviado al abuelo porque pensaban que la bruja iba a ser de mi quinta. Si llegan a saber que eres cómo eres, hubiese venido el mismísimo Alfonso Rojo, que ése sólo aparece si va a pillar cacho.
-Bueno, bueno, ya veremos, la noche es larga y conmigo más.
No me da tiempo para pensar en las ulteriores consecuencias de tan prometedora frase, cuando va directa al grano y me espeta:
-¿Sabes quien viene mucho a verme, así motorizado como tú? Arnaldo Otegui.
-¿También aparece con un cabrio rojo?
-Las ganas. Me trae un Suzuki de segunda mano y sin techo. Una carraca.
-¿Y a qué viene el batasuno?
-Pues eso, a ser más batasuno.
-Más aún, imposible. ¿Qué le das?
-Lo que le doy a todos los que van de ese palo, una poción.
-Espera, espera, que me pierdo. Según tú, todo el rollo del patriotismo vasco, independencias y demás mandanguitas euskalerriacas, viene de una poción mágica? ¿Como en las historias de Asterix?
-Pues sí. Es que sus dos creadores, Goscinny y Uderzo, venían todos los veranos a ver a mi madre. Y ahora ella está en París dándose la gran vida a cuenta de los derechos de las historias. Es que nosotras, las brujas, siempre hemos sido una gran fuente de inspiración. En época de los romanos nos llamaban musas y nos adoraban como diosas.
Vaya, vaya, vaya. O sea que Otegui va de Asterix, la aldea gala es Euskadi, en vez de druida hay brujas, los romanos somos los españoles y César es el zapatero de turno. No me había percatado yo de la oculta lectura que tienen esas historietas, se ve que tengo floja la semiótica. Llegamos al bosque o a la selva de Irati, la mayor concentración boscosa de esta parte del País Vasco. Al parecer, esta inmensa arboleda es realmente la finca particular donde las brujas entran como Pedro por su casa, perdón, quería decir como Patxi por su caserío. Dejamos el coche, y nos sentamos al borde de un arroyo. Se ha levantado una niebla, pero el día está claro. ¿Aún es de día? Miro el reloj y son las once de la noche.
-No hagas caso, son cosas mias. Pero si no te gustan mis trucos, hago así y se hace de noche.
-Dejalo, hagas lo que hagas ya me tienes embrujado. La verdad es que todo lo que me has dicho es difícil de creer. Ahora resulta que el batasuno no nace, se hace. Viene un fachita pepero de Neguri, se bebe tu poción y sale sabinoarana perdido.
-Más o menos. De hecho, la bruja de Sabino Arana fue la que inventó la fórmula original y me da que se pasó en la dosis.
-No me extraña, he leído parte de las burradas que escribió ese tipo y para poner eso en un papel hay que estar muy colocado. Ahora me explico yo unas cuantas cosas. O sea que el Otegui viene cada dos por tres con el todoterreno a repostar para toda la peña. Y tú, tan pancha.
-Oye tío, de algo hay que vivir. No sabes tú lo cara que está la merluza de pincho.
-Y esa poción tan política ella, ¿tiene efectos secundarios?
-Algunos. Hace subir el mal genio y dan ganas de romperlo todo. Bueno, eso es lo que ellos esperan. No te creas que vienen por amor a la patria, sino por ganas de bulla. El efecto malo de mi poción es que inhibe el apetito sexual. Te la pone blanda.
-¿Como el bromuro que ponían los sargentos en el rancho de la mili?
-Mucho peor. Pero ese detalle le gusta mucho a las mujeres, porque controlan mejor a sus maridos cuando salen de casa a quemar autobuses. Saben que después de la hazaña, se van de vinos, pero no de putas.
-Lo tienes todo previsto. ¿No han notado tus clientes que a base de beber tu poción no se ponen calientes?
-Claro que sí, pero no protestan. Les viene muy bien para cumplir con el Undécimo mandamiento de la Ley de Dios en Euskadi.
-¡La leche con los vascos, parecen de Bilbao, tienen once mandamientos! ¿Qué dice el undécimo?
-"En Euskadi no se folla". Eso dice. Del Ebro para arriba, no se folla, se fabrican hijos. Para follar, follar, hay que cruzar el río. Cuando el batasuno tiene ganas de comerse un rosco, entonces viene aquí, yo le doy una poción sexual y cruza el Ebro verraquito perdido.
-¡Joder con los batasunos de los huevos! Van de poción en poción. De lunes a viernes, la que le pone kale borroka. Los sabados, sabatedes la que les pone kama borroka. Asi están los tíos, que se salen del cuadro.
-Ya me dirás. Y ahora el Zapatero y toda su tribu de madrileñitos casposos están ahí dale que te pego pidiéndonos una tregua. ¡Qué coño de tregua, si aquí tenemos unas ganas locas de pasar por la piedra a toda esa España suelta que está tocándonos las narices!
-Ya, ya. Y tú detrás, moviendo los hilos.
-Ya me gustaría a mí. Pero eso sí, mi gremio manda la tira. Las brujas en Euskadi siempre hemos estado organizando todos los cotarros. No te olvides que esto es un matriarcado. De vez en cuando, hemos permitido que quemasen a las más pánfilas, como sucedió aquí en Zugarramurdi, pero esta quema ha servido para que los obispos crean que tienen la sartén por el mango y el mango también.
-Claro, se me olvidaba, estamos en el País Vasco, aquí el clero manda un huevo. Y en Navarra, no veas, hasta los pinos son del Opus.
-Los curas son nuestros clientes preferidos. A los sotanillas les preparamos una poción que la llamamos Tres en Uno, porque los vuelven más castos, más vascos y más tozudos que una mula. Tomas una tacita de esa poción cada mañana y te pasas el dia con una mala leche del carajo la vela, o si no, recuerda como se ponía el Setién.
A todo esto, no sé exactamente donde estamos. Irati es inmenso, no sé si estamos en la parte navarra o francesa, pero para ellos da igual, todo esto es tierra vasca y tierra de brujas.
Apunto la posibilidad de un akelarre, pero me dice que hay falta de quorum. Hoy sus compañeras están en Bilbao, de convención. Van a hacer un akelarre en el Guggenheim pero los del Gug como son muy pijos, la llamarán performance. Aún así, algo va a hacer, porque ha encendido una hoguera, empieza a bailar y a decir encantamientos, arroja unas hierbas que me ahuman y al poco rato yo no sé si he rejuvenecido, pero me entran unas ganas locas de levantar piedras. Joder, de golpe se me ha ido la cara de Antonio de toda la vida y se me ha puesto pinta de Andoni que tira de espaldas.
-Oye, si el Otegui se lo ha hecho contigo, ese paisano no tiene mal gusto, pues.
-¡Ja, ja! ¡Qué acento tan raro te ha salido! Pareces de Treviño.
-Eres una bandida, me has dado la poción batasuna. Pero no me siento blandengue para nada. Todo lo contrario. Estoy salidísismo
-Es una nueva que estoy probando para los canallas como tú. Ya te dije que conmigo la noche iba a ser muy larga.
Y no sigo, porque seguir por seguir, es tontería. Para qué contar que en el bosque de Irati en una noche de diciembre que parecía verano, me devoró enterito una bruja rubia de 22 años que estaba para ponerle un piso. Nadie se lo creerá. Todos pensarán que no era una bruja, sino la hermana gemela de Angelina Jolie.
Pero eso sí, opino lo que Otegui en círculos íntimos:
Donde esté la kama borroka... que se quite la kale borroka.
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